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Mientras estudio, un relato caliente

Mientras estudio, un relato caliente

Relato caliente inspirado en esas cosas que pasan cuando estás harta de estudiar y necesitas relajarte.

Odio la época de los exámenes finales. En el panel tengo anotados los temas que me tengo que aprender y llevo solo cinco de diez. Me duele la mano de hacer tantos resúmenes y esquemas. El culo me pincha de llevar tantas horas sentada y además se me empiezan a cerrar los ojos de sueño. Miro el reloj, son las dos de la mañana y sé que es posible que esta noche no duerma más de dos horas. 

Decido levantarme para prepararme otro tazón de café. Mi explosiva mezcla de café, cacao y azúcar resucitaría a un muerto. En esta época mi madre hace café y lo guarda en jarras porque me lo bebo como si fuera agua. Mientras lo caliento me dedico a abrir los armarios en busca de algún dulce tesoro escondido, pero solamente encuentro galletas de chocolate.

Hago mi supermezcla y me cojo un par de galletas. Sonrío mientras voy a mi habitación pensando en el subidón de azúcar que voy a experimentar. Regreso a mi silla y, tras dar un sorbo al café fijo la vista de nuevo en los apuntes. 

Hay personas que, mientras se concentran, se tocan el pelo o juegan con un bolígrafo. Yo no soy de esas. Yo soy de las que desliza su mano por dentro del pantalón y comienza a jugar con su clítoris sin darse cuenta. Y sí, eso es posible. Puedo estar horas así sin darme cuenta de ello y esa es la razón principal por la que no voy a grupos de estudio ni salas de lectura.

Al ser un acto inconsciente no puedo controlarlo y no podría concentrarme si temo que alguien me pille. Sin embargo, aquí en casa, estoy relajada. Llevo mis pantalones anchos de estar por casa y una camiseta enorme de uno de mis hermanos. No llevo nada más debajo. Ni braguitas, ni sujetador. Solo serían un estorbo. ¿Acaso conoces la presión que tengo en exámenes? Necesito relajarme, concentrarme, que mi energía fluya… 

Sonrío imaginando lo que daría cualquiera de mis amigos por presenciar una de mis sesiones de estudio. La cara de Marcos sería todo un poema. Él que siempre va con esas camisetas ajustadas marcando músculo. Seguro que se masturbaría mientras me mira. La movería despacito mientras me mira con la boca abierta… ¡Mierda! ¡Ya he empezado de nuevo! Estoy muy mojada nada más con imaginar la escena y me estaba acariciando los pechos por debajo de la camiseta. 

Masturbarme me relaja y me permite seguir estudiando. Lo hago de forma automática casi, pero, cuando empiezo a pensar en alguien, a imaginármelo… eso ya es otra historia. Podría perder una hora fantaseando con Marcos, pero hoy no puedo. Esta noche no. Apenas dormiré dos horas y las necesito para estar fresca para el examen. 

Vuelvo a concentrarme en estudiar. Fechas, nombres… de pronto vuelvo a descubrirme a mí misma con la mano en el pantalón. Lo tengo hinchado y muy mojado, ¡maldito Marcos! Ya sabía yo que encontrármelo en la piscina iba a traer consecuencias. Con su sonrisa blanca y su piel morena llena de gotitas de agua sugiriéndome escaparnos a las duchas los dos juntos… ¡Mierda! ¡Otra vez! 

Impotente me levanto de la silla. Esto no va a desaparecer por si solo, así que lo mejor será solucionarlo de raíz. Me dirijo a mi mesilla y saco mi nuevo consolador. Lleva solamente un par de usos, pero ¡vaya resultado! Espero que esto me relaje lo suficiente como para poder continuar estudiando. Me quito los pantalones y me tumbo en la cama. Dejo que Marcos me lleve a las duchas mientras yo acaricio mis pechos con mi mano izquierda y mi clítoris con la derecha. Me enjabona los pechos mientras me muerde en el cuello. Me hace apoyar las manos en la pared para enjabonarme bien mi entrepierna. Me paso el consolador simulando sus dedos.

Lo restriego por mi clítoris mientras él me apoya su pene en mi culo. Ahora es su pene el que acaricia mi clítoris. Es enorme, el más grande que he visto nunca, unos treinta centímetros de pene, ¡no! Tanto no, que sean veintitrés centímetros de dureza. ¡Sí! Está muy dura y empieza a metérmela despacito. Y cabe toda y vibra a máxima potencia. ¡Mm! ¡Que delicia! Me voy a correr, mierda, ¡mierda! Me corrí. No me dio tiempo a imaginarme nada más. Me hubiera gustado que me lamiera o algo así. Que me cogiera a pulso y me apoyara en la pared… En fin, bien está lo que rápido acaba. 

De vuelta ya a mis estudios me siento más relajada. Tengo mucho que estudiar y Marcos debe quedarse al margen. No puedo imaginármelo sosteniéndome en la ducha, ni jugando en una piscina desierta, ni…

¡Otra vez! ¡Esto no puede estar pasándome a mí! ¡Maldito Marcos! 

 

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Christine Erotic

Disfrutando de relatos calientes que me traen recuerdos

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