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Confesiones eróticas de un fotógrafo

Confesiones eróticas de un fotógrafo

Confesiones eróticas de un fotógrafo de mujeres desnudas con las ideas muy, muy claras ¿quieres conocer su opinión? Un relato delicioso.

A veces no hay mejor captura que la de unos centímetros de piel de una hermosa modelo. Mi trabajo es el sueño de cualquier hombre y la pesadilla de una mujer celosa.

Fotografío mujeres desnudas, mujeres en ropa interior, mujeres mojadas, mujeres untadas en cualquier ocurrencia de mi cliente y que conste, que a veces son de lo más retorcidos.

Yo no hago preguntas, pongo un precio a su fetiche y entrego el trabajo. A veces ellos están presentes y otras no. Prefiero que no lo estén porque así mi arte fluye mejor. ¿Pensáis que disparo y punto? No, nada más lejos de la realidad. Si quiero que la fotografía transmita erotismo, eso debe palparse en el aire.

Las invito a una copa, pongo música romántica, les digo lo guapísimas que son y poco a poco, ellas se relajan. Seguro que creéis que lo hago para tirármelas y no os podéis ni imaginar lo equivocados que estáis. No funciono así. A mí lo que de verdad me da placer es verlas a través de mi cámara, revelarlas en mi cuarto oscuro. El tocarlas hace que deje de ser una fantasía.

Hoy tengo que revelar las fotos de Agnieska. Una rubia polaca con unos ojos azules como el mar. El cliente la quería “mojada”. Para gustos, colores. Como era la primera vez que lo hacía me costó que se relajara. Primero empezamos a jugar en la terraza tirándonos agua. Conforme más se reía, más se relajaba. Esas fotos me han quedado geniales y no se las daré al cliente, puesto que él solo la quiere desnuda. A mí me encanta su cara de sorpresa al mojarse y como se escurre la camiseta empapada.

Soy un hombre atractivo, esto las corta al principio, pero, en cuanto las hago reír, cogen confianza. Conforme Agnieska se relajaba, noté que sus miradas iban dirigidas a mí. Se quitó dulcemente su ropa empapada. Yo la devoraba con mi cámara. Se tumbó en la hamaca, se sentó en la silla… cada vez más confiada, cada vez más relajada. Yo la iba mojando con la manguera y retrataba cada una de las gotitas de su piel. Estaba morena salvo la parte de abajo que venía blanca por el tanguita que usaba en la playa. Yo lo fotografié todo. Cada marca blanca, cada marca morena. A veces se tapaba las estrías que tenía en la cadera, pero yo la obligaba a enseñármelas. Son signos de guerrera y eso no se esconde.

Gastamos tres rollos solo en la terraza y después pasamos a la ducha. Ella jugaba con el telefonillo de la ducha como si estuviera masturbándose. Mi cámara ardía y yo anhelaba fundirme con ella. Es una mujer bellísima y sus miradas y sus sonrisas me las dedicaba a mí. Por eso no me gusta que ellos estén presentes, se vuelven locos de celos. Ellos tan ricachones y pervertidos, sabiendo que solo pueden tener a una mujer así pagando y yo, que sin pretenderlo, me desean.

Tengo muchas fotos que revelar. Le enseñaré mis favoritas a Agnieska y ella decidirá cuáles son para él. Pero yo me quedaré con todas. Mi trabajo es magnífico y por el cobro lo que quiera. Tengo un cajón llenito de contratos de confidencialidad por los que podría ir a la cárcel si los incumplo. Estos famosos son muy protectores con su intimidad y sus fetiches. Si me diera por sacar libros me haría de oro. Pero yo solo quiero admirar mi trabajo en mi intimidad.

Mis amigos me tachan de idiota porque podría acostarme con todas ellas, pero no lo hago. Pero no os equivoquéis porque no me dedico a masturbarme en mi estudio como si no hubiera un mañana. Tengo la suerte de compartir mi pasión (u obsesión) con mi musa favorita. Ella es perfecta. Cada ángulo de su cara, cada centímetro de su piel, con todos y cada uno de los filtros está perfecta. Pero eso no es lo único que la hace especial, juntos vemos mi trabajo revelado. Ella las imita para mí, de hecho esta tarde ella será Agnieska. Y creedme si os digo que me muero por verla mojarse con la manguera.

Ver como ríe a carcajadas cuando la moje y, sobre todo, cuando se meta en la ducha con el telefonillo. Agnieska fingió que se masturbaba, pero yo voy a hacer que a ella le tiemblen las piernas de tal forma que tenga que agarrarse a mí para no caerse.

Jessica es perfecta. Siempre deseando jugar y nada celosa porque yo me pase las horas empalmado frente a preciosas modelos y prostitutas porque ella es consciente del poder que ejerce sobre mí. Diréis que soy un calzonazos, pero desde que la conocí mi vida es diferente. Los orgasmos son tan intensos que he llegado a desmayarme. Esta mujer enciende toda mi energía sexual y tan solo con una mirada consigue que mi erección esté tan dura que hasta me duela.

Es hipnótica, quizá hasta bruja, pero a mí me da igual porque con ella es una fantasía sexual cada día. Ella me inspira y me hace ser tan bueno en mi trabajo. Las tarjetas de las modelos y prostitutas se acumulan en un cajón única y exclusivamente por si surge un trabajo. Nunca tuve la tentación de llamarlas, a ninguna de ellas. Cuando yo las veo, veo lo que Jessica hará para mí.

Como ya os dije tengo el trabajo que muchos hombres desearían tener y la diosa con la que todos sueñan, ¿qué más podría pedir?

¿Qué os ha parecido este relato erótico?

¡Espero que os guste y que corráis la voz! ¡Compartirlo no seáis egoístas!

Un beso

Christine Erotic

Recogiendo confesiones eróticas, ¿te animas?

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