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Lolita, by Arseroticas

lolita vladimir nabokov

Dicen que es bueno rodearse de buena gente y sobre todo de gente creativa. Yo he tenido la suerte de conseguirlo y por eso hoy os traigo una reflexión de María Torre, la creadora de Arseroticas, un blog sobre sexo desde una perspectiva feminista.

Suelo ser muy exquisita con lo que se publica en esta web, quizás por lo mucho que me ha costado sacarlo a la luz, pero en cuanto leí este post sentí una conexión muy especial con María y no me lo pensé dos veces.

¡Espero que te guste!

Lolita vs lolita

Lo-li-ta tus sílabas se han clavado en mi paladar. Tu sonido palpitante me ha calado para, ahora, compararlo todo contigo. Se ha grabado en mi mente tu forma de mascar el chicle, de recogerte el pelo, de poner las piernas sobre el salpicadero del coche. Me cuesta distinguir qué he aprendido de ti a través de las letras y qué ya estaba grabado en mi imaginario. Lo-li-ta, ¿por qué causaste tanto estupor y, sin embargo, ahora estás en todas partes?

Hace mucho tiempo que el libro estaba en la estantería. Son esas obras clásicas que no puedo evitar comprar, pero que me cuesta muchísimo empezar a leer. Un día de esos que te apetece leértelo todo, fui decidida a la estantería, agarré a Lolita y me la llevé a la cama. ¿Qué me esperaba de Lolita? Supongo que erotismo, sensualidad y sexo explícito. Pero sobre todo una explicación. Mi asunto pendiente con este libro radicaba en saber por qué se había generado el mito de Lolita. Por qué este término se había acabado convirtiendo en una figura literaria para referirse a jovencitas provocadoras. Y no lo voy a negar, quería saber por qué fue un libro prohibido. Qué es lo que se escondía entre sus líneas.

La primera impresión que tuve del libro fue un tanto extraña. Estoy acostumbrada, y me encanta, leer libros eróticos, pero comenzar a leer un libro en el que una persona adulta disfruta, casi sin nombrarlo, de cualquier movimiento de las adolescentes que pululan a su alrededor, me causó una sensación que no sé muy bien cómo describir. Humbert Humbert, el narrador en primera persona y protagonista de la historia, disfruta con el físico aún poco desarrollado de las niñas. Su descripción de cómo se excita observándolas o jugando a alcanzar pequeños roces que le llevan al éxtasis, es admirable desde el punto de vista literario. La descripción detalla al milímetro sus sentimientos. Una lucha entre lo moralmente aceptable y el deseo interno que no puede detener.

En cuanto a Lolita, es una muchacha algo caprichosa y alocada. Tiene una personalidad muy acorde con su edad y en este personaje se refleja muy bien la sociedad estadounidense de los años 50. En el juego entran más actores que ayudan a ir creando una visión general de la escena en la que nos encontramos. El ideal de familia perfecta. La creciente y ambiciosa clase media y los sueños y deseos de hombres y mujeres que chocan continuamente con la realidad. Nabokov hace un trabajo extraordinario de descripción de la naturaleza de cada personaje. El lector/a se zambulle con facilidad en la historia. Aunque he de admitir que a veces utiliza un vocabulario bastante rebuscado y el desarrollo de cada idea puede alargarse páginas y páginas.

Pero, ¿qué hay de Lolita? Si rebuscamos en nuestras referencias mentales, Lolita es una chica atrevida, desvergonzada y que se dedica a cautivar hombres de mediana edad con sus encantos juveniles. Sin embargo, en el libro Lolita es una adolescente. Así, sin más. Una adolescente de la cual, nada más pisar su casa, Humbert Humbert se encapricha. Al principio es solo una atracción física asociada a sus deseos sexuales, pero cuando la trama va avanzando la historia se vuelve más compleja. Sigo leyendo el libro y no me doy cuenta cuando me estaba molestando porque Humbert Humbert aprovecha cualquier situación cotidiana para recibir excitación a causa del cuerpo de Lolita y cuando Lolita ha tomado un rol más activo convirtiéndose en una chica con deseos sexuales y que sabe cómo provocar a su padrastro.

El narrador confunde a la lectora sin que sepa muy bien qué opinar. Comienzo leyendo la historia con ciertas reticencias hacia las continuas masturbaciones del hombre aprovechando los vestidos cortos de su hijastra. Más tarde, al mostrarse como una persona sancionada por la sociedad me hace sentir pena. Confluyen las ideas de liberación de deseos sexuales con la sanción social de las relaciones sexuales entre adultos y menores. El libro sigue su curso y los personajes avanzan en una dependencia mutua culminando en un final para nada anunciado. No voy a desvelar más sobre la obra de Nabokov por si aún queda alguna lectora/o ávido de saber más.

Tras la lectura del libro quise comprobar como de fiel había sido la adaptación cinematográfica. Hay varios filmes basados en esta obra, pero la que yo elegí fue la de 1997 dirigida por Adrian Lyne y protagonizada por Jeremy Irons y Dominique Swain. Me quedé muy sorprendida al comprobar que la película era prácticamente igual al libro. Se dejaron por el camino escenas demasiado explícitas para el cine convencional de los 90 y pasajes de la historia de Humbert Humbert como hombre aficionado a las casi impúberes niñas. Pero por lo demás, es una adaptación bastante fiel al original.

Pero volvamos al mito de Lolita. Para la mayoría de nosotros/as Lolita es una provocadora. Una cazadora de hombres a los que excitar. Se sigue utilizando esta palabra para denominar a las chicas de “dudosa” vergüenza. Una vez más es una etiqueta social que se ha ido trasformando al antojo de los principios más rancios y heteropatriarcales. Porque en verdad es Él el que persigue niñas con las que mantiene relaciones sexuales y de las que se aprovecha. Ella es una transformación. Es su deseo hecho carne. Eso es lo que es Lolita, el deseo de un hombre personificado en una figura que ha logrado traspasar la literatura para convertirse en una etiqueta social. Y me pregunto qué hay hoy en día de esa “etiqueta”. Pues la verdad que mucho. Y si no, echemos un vistazo al cine. El otro día vi una película sobre el despertar sexual de una adolescente Diario de una adolescente. La historia era la de una chica de alrededor de 15 años que comienza a flirtear con la pareja de su madre. Una vez más, el mito se apodera de la pantalla. Ella “buscona” e insistente por captar su atención. Tras perder la virginidad se convierte totalmente “adicta” al sexo y no puede parar de hacerlo. Busca incesantemente tener encuentros sexuales, pero en el fondo solo le satisfacen los que tiene con el “adulto” de la película. Y así el mito de Lolita renace y se reencarna en una nueva joven en busca de aventuras sexuales. La culpa, por supuesto, de ella y su ambición sexual. Los hombres tan solo son un instrumento de su lujuria y perversión.

Hay muchos más ejemplos en los que la Lolita toma el papel de seductora y culpable de los delirios sexuales de los hombres que la rodean. Un imán difícil de repeler para la naturaleza del “hombre”. Algunas películas en las que podemos ver esta figura son El amante, Pretty Baby, Belleza robada, American Beauty o Baby Doll. Pero tristemente el mito no solo reside en el cine o la literatura, el mito vive entre nosotras/os y como no podía ser de otra manera, Lolita es femenina. 

Porque los pecados siempre llevan nombre de mujer.

Maria de Arseroticas

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